En los niños, los miedos se expresan como los tormentos que están en su interior.
Un padre o una madre, que pega o grita, puede proyectarse en un fantasma o en el miedo a la oscuridad. Los monstruos, el coco, son las representaciones simbólicas del miedo a la separación, a la muerte, etc. Los padres inseguros, amenazantes, culpabilizadores y con baja autoestima, también pueden contagiar sus emociones negativas, produciendo mucho daño.
En ocasiones, los miedos se utilizan como herramienta para controlar a los niños. Frases tan normalizadas como “si no te vas a la cama va a venir el coco y te llevará”, se utilizan todos los días en el lugar en el que el niño debería sentirse seguro y protegido: su hogar.
El miedo a algo indefinido, desconocido, que no sé cómo es, pero que debe ser muy, muy malo porque, sin conocerlo, ya me está haciendo sentir horrible y quiere «¡llevarme con él!».
Usando este tipo de recursos:
- Le enseñamos que puede mentir para conseguir de otra persona, algo que le conviene. Incluso mentirnos a nosotros mismos.
- Nuestra credibilidad quedará en entredicho. Sacrificaremos nuestra reputación frente al niño, por tener un resultado rápido.
- Conseguimos que el niño en ocasiones posteriores no nos haga caso porque más adelante, vamos a tener que retractarnos cuando tengamos que explicarle que el coco no existe.
- Conseguiremos que aparezcan o incrementen los miedos nocturnos, pudiendo desencadenar en crisis de ansiedad y/o fobias.
Temblores, ataques de pánico, inmovilidad total, ritmo cardíaco acelerado, sudoración excesiva, tensión muscular, sensación de náusea, urgencia de orinar y defecar, dificultad para respirar, aumento de la presión arterial, irritabilidad, ira, agresividad, sensación de irrealidad, falta de concentración, y pensamientos irreales; son algunas de las manifestaciones que se disparan a nivel fisiológico, motor y cognitivo en un niño cuando tiene miedo. No es divertido.
Para preparar el contenido del blog, hice un recorrido por varias librerías y pude constatar que aún se escriben libros que recurren al miedo para lograr objetivos tan cotidianos como ir a dormir.
Uno de los libros que vi, del cual no voy a decir titulo, ni autor porque, de eso no se trata, presentaba a un animal feroz, bellamente ilustrado, que repetidas veces y con frases cortas y determinantes, amenazaba con comerse a los niños que no quieren irse a la cama.
Al final del cuento, ese animal feroz resulta ser otro niño que tampoco está listo para ir a dormir y no ha cepillado sus dientes por estar asustando a otros niños con comérselos. Este parece un final gracioso, pero ya ha sumergido al niño en un bucle de miedo. El susto ya lo ha vivido con algunos de los síntomas que hemos descrito anteriormente, así que, no sé si el libro logra el objetivo. Todo dependerá de qué tan sugestionable es el niño al que se le ha leído la historia.
El miedo puede ser superado si los niños se enfrentan a él y comprueban que no les sucede nada malo. El tratamiento de los miedos infantiles consiste básicamente en enfrentar al niño a aquello que teme de manera serena, con paciencia, sin crítica, ni enfado.
Hablar y dibujar sobre el miedo también puede ayudar, aunque en ocasiones es necesaria la mano de un psicólogo.
El miedo ahoga la serenidad de los niños y no les permite vivir sus días de forma tranquila. Es importante prevenir que aparezcan y, si aparecen, facilitar que desaparezcan pronto. Para ello, los padres deben crear ambientes favorables en casa. Evitar las noticias de televisión en familia y, cuando se vean, explicar las escenas al niño de manera clara y concreta, sin detalles escabrosos.
Evitar el uso de palabras amenazantes en las discusiones familiares tales como «no me quieres» «un día de estos tomo un avión y me voy lejos», «estoy tan molesta que soy capaz de lo peor», «me tienes hasta la coronilla». Este tipo de mensajes le crean al niño inseguridad, ansiedad, representándose más adelante en los monstruos, fantasmas y sombras.
La buena noticia es que, puedes vencer los miedos de tus hijos con historias y, aquí te explico por qué la hora del cuento, es tu mejor aliada en la crianza.